lunes, 30 de marzo de 2009

GRISES OBSESIONES

Recuerdo que, en mi época adolescente e incluso universitaria, el concepto “ir de compras” no tenía nada que ver con el actual. Al menos en mi caso. Yo iba con mi madre de compras una vez por temporada, y compraba la ropa que necesitaba: que mi vaquero estaba viejo, reponía, que me hacían falta jerseys, pues me compraban un par. Hombre, en honor a la verdad, de cuando en cuando me caía algún “extra”, pero no solía ser lo habitual.

Hoy en día, la necesidad real ha dado paso al falso “necesito” que soltamos cuando deberíamos decir “se me antoja”. Un se me antoja, por cierto, que antaño cubríamos de manera excepcional en dos fechas: nuestro cumpleaños o por reyes, y no ipso facto, como han conseguido que hagamos el tío Amancio y sus compinches. Leo a menudo que a Inditex le tenemos que agradecer que haya acercado la moda a la calle, pero si lo pienso bien, probablemente no se lo deberíamos agradecer tanto.

Bueno, pues allá por..., no recuerdo qué lejano año, tenía una necesidad imperiosa de camisetas. Así que en mi incursión primavera/verano de aquel año, mi paciente madre me compró tres: una blanca (fundamental), una azul marino (muy en mi línea) y una gris clara, que era mi favorita. Tenía la sensación de que esa camiseta era “el trofeo”. De ese gris chándal que a mí particularmente me encanta.

Pues bien, señoras y señores, fíjense qué ocurrió con mi camiseta gris favorita: que me la puse una vez, la eché a lavar… Y no volvió a mi armario. Por qué… nunca lo sabré. Y por más que la busqué, nadie supo decirme qué pasó con aquella camiseta gris que me encantaba. Fue un trauma, tanto que no se me ha olvidado. Porque de aquéllas no te planteabas volver a Benetton (sí, era de Benetton…) y comprarte otra igual. Como cuando me cargué mi vaquero Charro favorito, el que mejor me sentaba: se me destiñó cuando estaba recién estrenado, y lo metí en lejía e hice de todo para recuperarlo, excepto comprarme otro igual.

Desde entonces he perdido unas cuantas prendas de esa misma manera: no es que me haya dejado muchos jerseys olvidados en un banco, o que me hayan robado muchos abrigos en los bares (qué típico), pero sí me han desaparecido incomprensiblemente varias cosas, y casi siempre… mis favoritas! Ese es otro misterio: ¿¿¿por qué siempre pierdo lo que más me gusta, o el básico que más uso??? El último ejemplo, este verano: clásica chaqueta negra de punto de seda, perfecta para los aires acondicionados y que quedaba mona con todo. Era de Zara y desde entonces no he encontrado otra que la reemplace.

Volviendo a la camiseta gris, os cuento el motivo de este post: creo que la camiseta de marras ha creado una obsesión gris en mi cerebro. Porque desde entonces, cada vez que veo alguna prenda que llama mi atención, la busco en ese color!! Si hay una chaqueta mona en: gris, marrón, y negro, por ejemplo, me la compro en el color que necesito y además (por si acaso) en gris.

Huelga decir que este invierno ha sido bastante gris (en todos los sentidos, ya lo sé, pero me estaba refiriendo a la tendencia…), así que he tenido muchas oportunidades de satisfacer mi obsesión.

De manera que, a día de hoy, he hecho un recuento en mi armario y tengo, en diversos tonos grises:

9 jerseys, cárdigans y similares.

2 camisetas de manga corta.


1 camiseta de manga larga.

1 camiseta sin mangas.

2 blaziers.

2 vestidos.


2 tops de seda o similar.

2 vaqueros.


1 traje de chaqueta (yo soy de las que desdichadamente no pueden ir en vaqueros a trabajar).

2 pares de botas.

Si el plateado cuenta como gris (para mí sí), un par de bailarinas y un cinturón.

Y porque no tengo chándal, pero si lo tuviera ya sabéis de qué color sería.


Por cierto, Propio, si lees esto, no estaría mal tener un bolso gris para completar el armario, que no tengo ninguno. Qué raro.

Esto significa que son pocos los días que no llevo algo gris encima. Por cierto, sí, lo habéis adivinado: mis sofás también son grises. Afortunadamente, me da por lo gris sólo para cuestiones textiles, las paredes son blancas.

Y si os preguntáis cuál es mi color favorito… ¡¡¡Es el amarillo!!!! Y por cierto, me acabo de comprar unos vaqueros morados. Hay una tienda en Madrid (calle Velázquez, 15) que se llama Rapsodia y está entera en liquidación. Tienen un millón de vaqueros y la verdad que sientan genial.

1 comentario:

Garaz dijo...

Es curioso, el gris también es mi color favorito sin duda. Pero mis tardes de compras a costa de mi bendita madre eran un horror porque ella odia el gris ya que le recuerda a las monjas del cole... Me costaba un montón convencerla!
Hace tiempo que le estoy buscando algo de punto apetitoso a Cocoliso para iniciarla en el gris-chándal de su madre...
Pero 9 jerseys-cárdigans... me ganas por goleada.